Hoy os hablo del enemigo (¡que se ponga!) y de cómo unirse a él, de la moda de la taxidermia de animales domésticos y (como se acercan las elecciones generales) os ofrezco un poco de historia sobre la (mala) suerte.
Ya ha llegado el mes de julio, con él, la dictadura del calor y la ola de extremismos en todo el país. En siete días se celebran las elecciones generales y todo se tiñe de un olor a rancio insoportable. El fascismo abrasa como lo hace el cambio climático.
Lo que se mantiene imperturbable es la calma de los gatos, a ellos, les da todo absolutamente igual. ☺
Por eso, creo que me vas a agradecer unas pocas historias y anécdotas sobre gatos porque, de vez en cuando, está bien echarse en el sofá, ronronear, desconectarse de las noticias y mirar hacia otro lado. Y luego, ¡a votar!
En la vida se puede estar a favor o en contra, dejarse ir o resistirse. Muchas veces, puedes posicionarte en un extremo u otro sin llegar a aliviarte ninguna de esas dos posiciones. De ahí debió nacer el dicho popular de “si no puedes con tu enemigo, únete a él” porque los extremos se tocan, pero no solucionan nada.
Y eso ha debido pasar en Suiza, y más concretamente en Berna. Desde hace tiempo un fenómeno se ha extendido por las fachadas de la ciudad: pequeñas escaleras de madera trazan sinuosos zigzags que van de ventana a ventana y de piso a piso.
Como si fuera una ciudad paralela, las escaleras de gatos recuerdan a los mundos subterráneos de los Fraggle Rock y les permite tener total libertad para entrar y salir de sus hogares, ir a saludar a los vecinos, estirar las patitas o ir a buscar una mancha de sol donde tenderse toda la mañana.
Algunos otros se tomarán la licencia para subir las escaleras y rascar en ventanas ajenas solicitando un poco de jamón. El gato, ese animal omnipresente que hasta tiene su propia escalera de incendios.
Todas estas fotografías están recogidas en el libro Arcatecture – Swiss Cat Ladders de la diseñadora gráfica alemana Brigitte Schuster la cual recogió una enorme colección de imágenes de estas escaleras gatunas que son ya casi emblema de la ciudad. Te invito a que le eches un ojo a algunas de las fotos de Brigitte porque hay diseños realmente ingeniosos.
El epitafio más bonito que puede leerse en una tumba es el de memento mori que traducido del latín significa “recuerda que morirás”, como un mensaje del más allá que te susurra: “oye, no te relajes, que algún día te tocará estar aquí abajo”. A mí me suena a humor negro y siempre que lo leo me sale dar las gracias.
Hace un tiempo, al parecer, se ha puesto de moda disecar mascotas. Ya no se incineran, ni se entierran. Se disecan para tenerlas presentes, tenerlas cerca, “recordar que algún día morirás” y, según leo en este artículo que no tiene desperdicio, “mitigar su pérdida”.
Y así hemos llegado a esta nueva tendencia: la de embalsamar gatos y perros. Y cualquier otra mascotilla (lagartos, tortugas, loros, gallos,…)
El fotógrafo italiano Luca Rotondo se interesó hace tiempo por esta relación entre la pérdida del animal fallecido y el afán de “coleccionarlo” disecado.
Tiene algunas fotos que son bastante espeluznantes, como esta:
Nota de la Autora: Alberto tenía un gato que se llamaba Dinho, un día desapareció y unos días después lo encontraron decapitado en las vías del tren. Todo lo demás ya lo dejo a tu imaginación. → Más fotos aquí.
La taxidermia es una técnica que viene de lejos. En el Antiguo Egipto lo practicaban con ganas, tanto en gatos como en personas, y en el siglo XIX los británicos y franceses también se aficionaron a disecar a todo animal que cazaban en nombre de la ciencia y el conocimiento. Es siniestro pasear por los museos de ciencias naturales y recorrer las vitrinas de cientos de animales que huelen a polvo y a exterminio.
Actualmente, la profesión de taxidermista se ha revalorizado y los profesionales del sector, tienen largas listas de espera para embalsamar mascotas. Dice Lorenzo Campón, taxidermista de Extremadura: “Esto no es un oficio extraño, es muy bonito. Se nos considera como gente que está haciendo una cosa rara, pero lo que intentamos es volverle a dar vida a un animal que la ha perdido. Es un arte ser capaz de terminar un animal con una expresividad buena” .
N de la A: Lorenzo lo que quiere decirnos aquí es que no pensemos que tiene algo que ver con Norman Bates y que para nada tiene a su madre disecada en la bodega.
La técnica consiste en retirar la piel del animal para remojarla y curtirla. Se le quita la piel como si fuera un calcetín pero con suma delicadeza. Luego se limpia bien a base de sales y se quita toda la carnosidad y la grasa. En el último paso se añaden los detalles: ojos, dientes, lengua,... El proceso terminado lleva alrededor de 30 días. Un animal puede congelarse (este procedimiento tiene que hacerse en las primeras 24 horas) y así se mantendrá en buenas condiciones hasta que pueda procederse “al asunto”. Para que tengas una referencia: un animal del tamaño de un zorro tarda aproximadamente 24h en descongelarse.
N de la A: te dejo un paso a paso muy detallado
Yo no quisiera para nada quitarle la razón a este señor taxidermista, pero creo que para todxs es innegable que un animal disecado da miedo, no porque haya perdido el brillo en la mirada (que también) sino porque no queda bien. Parece un trozo de mojama seca con pelo muerto, más parecido a un Ewok recién sacado de una tostadora que a ese animal que tanto adorabas.
¿Sí o no? ☹
Falla gato negro (visto en el twitter del bueno de Andrés Sanchis)
Decía Groucho Marx que si un gato negro se cruza en tu camino es que va a alguna parte.
En el antiguo Egipto, en China o en Roma se veneraba al gato, lo sabemos, el gato era casi un ser divino. Se le adoraba, se le deseaba, reunía todas las cualidades de un ser superior. Pero, ¡oh!, todo eso cambió cuando el cristianismo se impuso y con él vinieron todas aquellas supersticiones que cuentan que los gatos eran brujas reencarnadas. Así que los gatos negros sufrieron los mismos males que las brujas.
Cuenta la leyenda que todo empezó en el siglo XVI cuando un padre y un hijo iban caminando por un sendero una noche sin luna cuando un gato negro se les cruzó en su camino. Como era lógico (no) decidieron apedrearlo.
El gato, herido, huyó (pobrecico mío) y se refugió en la casa de una señora que se la acusaba de brujería. Al día siguiente, el animal no apareció, en cambio, sí vieron a la mujer cojear.
De allí nace la creencia que las brujas podían convertirse en gatos y así, durante la noche, podían merodear sin ser vistas. Esta historia se extendió por todos lados, pero donde realmente cuajó fue en Francia, donde esta superstición llevó a quemar a miles de gatos cada mes.
N de la A: Quien sabe mucho de brujas es la escritora y artista plástica Irene Solà que en sus dos novelas habla de brujas, pero sobre todo en la exposición “Hi ha una història d’una dona que” en la que explora y reflexiona sobre esas figuras femeninas “malvadas”
Sin embargo, en muchos otros países, como Japón, se considera que un gato negro da buena suerte y es señal de prosperidad. Seguro que ya conoces al Maneki-Neko, esas figuras gatunas que dan buena suerte y que tienen una patita levantada que pendula para darte la bienvenida. El maneki-neko negro precisamente ahuyenta la mala suerte, aleja los malos espíritus y aumenta la felicidad. ¡Chúpate esa, Inquisición!
Recientemente, una empresa alemana llamada Donkey ha editado una colección de Maneki-nekos que son muy, muy, muy molones. Yo tengo el rosa que, claro, se corresponde con el amor y el romance, pero lo compré porque el rosa es el color más bonito.
💙 Hasta aquí llega hoy Gatos, tu magacín cultural felino de confianza 💙
Hola Julia, es scientificamente probado que en Suiza no hay habitantes, solo gatos y elfos que quedan los jardines por la noche. Te lo puedo confirmar después de decenas de años de visitas. jajajaja.... Pietro